1° ESCAMOTEO
Con tu
desaparición
es tal mi estupefacción,
mi pasmo, que a veces creo
que ha sido un escamoteo,
una burla, una ilusión;
que tal vez sueño despierto,
que muy pronto te veré,
y que me dirás: "¡No es cierto,
vida mía, no me he muerto;
ya no llores..., bésame!"
es tal mi estupefacción,
mi pasmo, que a veces creo
que ha sido un escamoteo,
una burla, una ilusión;
que tal vez sueño despierto,
que muy pronto te veré,
y que me dirás: "¡No es cierto,
vida mía, no me he muerto;
ya no llores..., bésame!"
Autor del
poema: Amado Nervo
2° MELANCOLÍA
Hermano,
tú que tienes la luz, dime la mía.
Soy como un ciego. Voy sin rumbo y ando a tientas.
Voy bajo tempestades y tormentas
ciego de sueño y loco de armonía.
Ése es mi mal. Soñar. La poesía
es la camisa férrea de mil puntas cruentas
que llevo sobre el alma. Las espinas sangrientas
dejan caer las gotas de mi melancolía.
Y así voy, ciego y loco, por este mundo amargo;
a veces me parece que el camino es muy largo,
y a veces que es muy corto…
Y en este titubeo de aliento y agonía,
cargo lleno de penas lo que apenas soporto.
¿No oyes caer las gotas de mi melancolía?
Soy como un ciego. Voy sin rumbo y ando a tientas.
Voy bajo tempestades y tormentas
ciego de sueño y loco de armonía.
Ése es mi mal. Soñar. La poesía
es la camisa férrea de mil puntas cruentas
que llevo sobre el alma. Las espinas sangrientas
dejan caer las gotas de mi melancolía.
Y así voy, ciego y loco, por este mundo amargo;
a veces me parece que el camino es muy largo,
y a veces que es muy corto…
Y en este titubeo de aliento y agonía,
cargo lleno de penas lo que apenas soporto.
¿No oyes caer las gotas de mi melancolía?
Autor del poema: Rubén
Darío
3° CAUPOLICÁN
Es algo formidable
que vio la vieja raza:
robusto tronco de
árbol al hombro de un campeón
salvaje y
aguerrido, cuya fornida maza
blandiera el brazo
de Hércules, o el brazo de Sansón.
Por casco sus
cabellos, su pecho por coraza,
pudiera tal
guerrero, de Arauco en la región,
lancero de los
bosques, Nemrod que todo caza,
desjarretar un
toro, o estrangular un león.
Anduvo, anduvo,
anduvo. Le vio la luz del día,
le vio la tarde
pálida, le vio la noche fría,
y siempre el tronco
de árbol a cuestas del titán.
«¡El Toqui, el
Toqui!» clama la conmovida casta.
Anduvo, anduvo,
anduvo. La aurora dijo: «Basta»,
e irguióse la alta
frente del gran Caupolicán.
Autor del poema: Rubén Darío
4° MI SECRETO
¿Mi
secreto? ¡Es tan triste! Estoy perdido
de amores por un ser desaparecido,
por un alma liberta,
que diez años fue mía, y que se ha ido...
¿Mi secreto? Te lo diré al oído:
¡Estoy enamorado de una muerta!
¿Comprendes -tú que buscas los visibles
transportes, las reales, las tangibles
caricias de la hembra, que se plasma
a todos tus deseos invencibles-
ese imposible de los imposibles
de adorar a un fantasma?
¡Pues tal mi vida es y tal ha sido
y será!
Si por mí sólo ha latido
su noble corazón, hoy mudo y yerto,
¿he de mostrarme desagradecido
y olvidarla, no más porque ha partido
y dejarla, no más porque se ha muerto?
de amores por un ser desaparecido,
por un alma liberta,
que diez años fue mía, y que se ha ido...
¿Mi secreto? Te lo diré al oído:
¡Estoy enamorado de una muerta!
¿Comprendes -tú que buscas los visibles
transportes, las reales, las tangibles
caricias de la hembra, que se plasma
a todos tus deseos invencibles-
ese imposible de los imposibles
de adorar a un fantasma?
¡Pues tal mi vida es y tal ha sido
y será!
Si por mí sólo ha latido
su noble corazón, hoy mudo y yerto,
¿he de mostrarme desagradecido
y olvidarla, no más porque ha partido
y dejarla, no más porque se ha muerto?
Autor del poema: Amado
Nervo
5° EL VERSO SUTIL QUE PASA O SE POSA
El verso
sutil que pasa o se posa
Sobre la mujer o sobre la rosa,
Beso puede ser, o ser mariposa.
En la fresca flor el verso sutil;
El triunfo de amor en el mes de abril:
Amor, verso y flor, la niña gentil.
Amor y dolor. Halagos y enojos.
Herodías ríe en los labios rojos.
Dos verdugos hay que están en los ojos.
¡Oh, saber amar es saber sufrir!
Amar y sufrir, sufrir y sentir,
Y el hacha besar que nos ha de herir…
¡Rosa de dolor, gracia femenina;
Inocencia y luz, corola divina!
Y aroma fatal y cruel espina…
Líbranos, Señor, de abril y la flor
Y del cielo azul y del ruiseñor,
De dolor y amor, líbranos, Señor.
Sobre la mujer o sobre la rosa,
Beso puede ser, o ser mariposa.
En la fresca flor el verso sutil;
El triunfo de amor en el mes de abril:
Amor, verso y flor, la niña gentil.
Amor y dolor. Halagos y enojos.
Herodías ríe en los labios rojos.
Dos verdugos hay que están en los ojos.
¡Oh, saber amar es saber sufrir!
Amar y sufrir, sufrir y sentir,
Y el hacha besar que nos ha de herir…
¡Rosa de dolor, gracia femenina;
Inocencia y luz, corola divina!
Y aroma fatal y cruel espina…
Líbranos, Señor, de abril y la flor
Y del cielo azul y del ruiseñor,
De dolor y amor, líbranos, Señor.
Autor del poema: Rubén
Darío
6° LA NUBE
¿Qué te
acongoja mientras que sube
del horizonte del mar la nube,
negro capuz?
Tendrán por ella frescura el cielo,
pureza el aire, verdor el suelo,
matiz la luna.
No tiembles. Deja que el viento amague
y el trueno asorde y el rayo estrague
campo y ciudad;
tales rigores no han de ser vanos...
¡Los pueblos hacen con rojas manos
la Libertad!
del horizonte del mar la nube,
negro capuz?
Tendrán por ella frescura el cielo,
pureza el aire, verdor el suelo,
matiz la luna.
No tiembles. Deja que el viento amague
y el trueno asorde y el rayo estrague
campo y ciudad;
tales rigores no han de ser vanos...
¡Los pueblos hacen con rojas manos
la Libertad!
Autor del poema: Salvador Díaz Mirón
7° ÓNIX
Torvo
fraile del templo solitario
que al fulgor de nocturno lampadario
o a la pálida luz de las auroras
desgranas de tus culpas el rosario...
- ¡Yo quisiera llorar como tu lloras!
Porque la fe en mi pecho solitario
se extinguió como el turbio lampadario
entre la luz roja de las auroras,
y mi vida es un fúnebre rosario
más triste que las lágrimas que lloras.
Casto amador de pálida hermosura
o torpe amante de sensual impura
que vas - novio feliz o amante ciego -
llena el alma de amor o de amargura...
-¡Yo quisiera abrasarme con tu fuego!
Porque no me seduce la hermosura,
ni el casto amor, ni la pasión impura;
porque en mi corazón dormido y ciego,
ha caído un gran soplo de amargura,
que también pudo ser lluvia de fuego.
¡Oh Guerrero de lírica memoria
que, al asir el laurel de la victoria,
caíste herido con el pecho abierto
para vivir la vida de la Gloria!
- ¡Yo quisiera morir como tú has muerto!
Porque al templo sin luz de mi memoria,
sus escudos triunfales la victoria
no ha llegado a colgar, porque no ha abierto
el relámpago de oro de la Gloria
mi corazón obscurecido y muerto.
Fraile, amante, guerrero, yo quisiera
saber qué obscuro advenimiento espera
el amor infinito de mi alma,
si de mi vida en la tediosa calma
no hay un Dios, ni un amor, ni una bandera.
que al fulgor de nocturno lampadario
o a la pálida luz de las auroras
desgranas de tus culpas el rosario...
- ¡Yo quisiera llorar como tu lloras!
Porque la fe en mi pecho solitario
se extinguió como el turbio lampadario
entre la luz roja de las auroras,
y mi vida es un fúnebre rosario
más triste que las lágrimas que lloras.
Casto amador de pálida hermosura
o torpe amante de sensual impura
que vas - novio feliz o amante ciego -
llena el alma de amor o de amargura...
-¡Yo quisiera abrasarme con tu fuego!
Porque no me seduce la hermosura,
ni el casto amor, ni la pasión impura;
porque en mi corazón dormido y ciego,
ha caído un gran soplo de amargura,
que también pudo ser lluvia de fuego.
¡Oh Guerrero de lírica memoria
que, al asir el laurel de la victoria,
caíste herido con el pecho abierto
para vivir la vida de la Gloria!
- ¡Yo quisiera morir como tú has muerto!
Porque al templo sin luz de mi memoria,
sus escudos triunfales la victoria
no ha llegado a colgar, porque no ha abierto
el relámpago de oro de la Gloria
mi corazón obscurecido y muerto.
Fraile, amante, guerrero, yo quisiera
saber qué obscuro advenimiento espera
el amor infinito de mi alma,
si de mi vida en la tediosa calma
no hay un Dios, ni un amor, ni una bandera.
Autor del poema: José Juan Tablada
8° ¡ESTÁ BIEN!
Porque
contemplo aún albas radiosas
y hay rosas, muchas rosas, muchas rosas
en que tiembla el lucero de Belén,
y hay rosas, muchas rosas, muchas rosas
gracias, ¡está bien!
Porque en las tardes, con sutil desmayo,
piadosamente besa el sol mi sien,
y aun la transfigura con su rayo:
gracias, ¡está bien!
Porque en las noches una voz me nombra
(¡voz de quien yo me sél), y hay un edén
escondido en los pliegues de mi sombra:
gracias, ¡está bienI
Porque hasta el mal en mí don es del cielo,
pues que, al minarme va, con rudo celo,
desmoronando mi prisión también;
porque se acerca ya mi primer vuelo:
gracias, ¡está bien!
y hay rosas, muchas rosas, muchas rosas
en que tiembla el lucero de Belén,
y hay rosas, muchas rosas, muchas rosas
gracias, ¡está bien!
Porque en las tardes, con sutil desmayo,
piadosamente besa el sol mi sien,
y aun la transfigura con su rayo:
gracias, ¡está bien!
Porque en las noches una voz me nombra
(¡voz de quien yo me sél), y hay un edén
escondido en los pliegues de mi sombra:
gracias, ¡está bienI
Porque hasta el mal en mí don es del cielo,
pues que, al minarme va, con rudo celo,
desmoronando mi prisión también;
porque se acerca ya mi primer vuelo:
gracias, ¡está bien!
Autor del poema: Amado
Nervo
9° MUDANZA
Ayer, el
cielo azul, la mar en calma
y el sol ignipotente y cremesino,
y muchas ilusiones en mi alma
y flores por doquier en mi camino.
Mi vida toda júbilos y encantos,
mi pecho rebosando de pureza,
mi carmen pleno de perfume y cantos
y muy lejos, muy lejos, la tristeza.
Ayer, la inspiración rica y galana
llenando mi cerebro de fulgores;
y tú, sonriente y dulce en tu ventana,
hablándome de dichas y de amores.
Ayer, cuanto era luz y poesía,
las albas puras y las tardes bellas
henchidas de sutil melancolía,
y las noches pletóricas de estrellas...
Y hoy... la sombra y el ansia y el desierto,
perdida la esperanza, y la creencia,
y el amor en tu espíritu ya muerto,
y sembrada de espinas la existencia.
y el sol ignipotente y cremesino,
y muchas ilusiones en mi alma
y flores por doquier en mi camino.
Mi vida toda júbilos y encantos,
mi pecho rebosando de pureza,
mi carmen pleno de perfume y cantos
y muy lejos, muy lejos, la tristeza.
Ayer, la inspiración rica y galana
llenando mi cerebro de fulgores;
y tú, sonriente y dulce en tu ventana,
hablándome de dichas y de amores.
Ayer, cuanto era luz y poesía,
las albas puras y las tardes bellas
henchidas de sutil melancolía,
y las noches pletóricas de estrellas...
Y hoy... la sombra y el ansia y el desierto,
perdida la esperanza, y la creencia,
y el amor en tu espíritu ya muerto,
y sembrada de espinas la existencia.
Autor del poema: Salvador Díaz Mirón
10° MI REYECILLO
Los
persas tienen
Un rey sombrío;
Los hunos foscos
Un rey altivo;
Un rey ameno
Tienen los íberos;
Rey tiene el hombre,
Rey amarillo:
¡Mal van los hombres
Con su dominio!
Mas yo vasallo
De otro rey vivo,—
Un rey desnudo,
Blanco y rollizo:
Su cetro —¡un beso!
Mi premio —¡un mimo!
Oh! cual los áureos
Reyes divinos
De tierras muertas,
De pueblos idos
—¡Cuando te vayas
Llévame, hijo!—
Toca en mi frente
Tu cetro omnímodo;
Ungeme siervo,
Siervo sumiso:
¡No he de cansarme
De verme ungido!
¡Lealtad te juro,
Mi reyecillo!
Sea mi espalda
Pavés de mi hijo;
Posa en mis hombros
El mar sombrío:
Muera al ponerte
En tierra vivo:
Mas si amar piensas
El amarillo
Rey de los hombres,
¡Muere conmigo!
¿Vivir impuro?
¡No vivas, hijo!
Un rey sombrío;
Los hunos foscos
Un rey altivo;
Un rey ameno
Tienen los íberos;
Rey tiene el hombre,
Rey amarillo:
¡Mal van los hombres
Con su dominio!
Mas yo vasallo
De otro rey vivo,—
Un rey desnudo,
Blanco y rollizo:
Su cetro —¡un beso!
Mi premio —¡un mimo!
Oh! cual los áureos
Reyes divinos
De tierras muertas,
De pueblos idos
—¡Cuando te vayas
Llévame, hijo!—
Toca en mi frente
Tu cetro omnímodo;
Ungeme siervo,
Siervo sumiso:
¡No he de cansarme
De verme ungido!
¡Lealtad te juro,
Mi reyecillo!
Sea mi espalda
Pavés de mi hijo;
Posa en mis hombros
El mar sombrío:
Muera al ponerte
En tierra vivo:
Mas si amar piensas
El amarillo
Rey de los hombres,
¡Muere conmigo!
¿Vivir impuro?
¡No vivas, hijo!
Autor del poema: José
Martí